
Somos una innegable unidad de mente y cuerpo llamada ser humano, que fluye, noche y día, creciendo en experiencias, alimentándose de la interacción con otros seres humanos, consciente de un implacable destino que obviamos constantemente.
Cuerpo
Dualidad
La maravilla de nuestros cuerpos, con dos morfologías, como corresponde a nuestra condición de animales mamíferos: hombre y mujer, sorprende por su perfección en el momento de llegar al mundo, pues no hay nada más bello que un recién nacido, aunque también nada más vulnerable.
Higiene y belleza
El tiempo y dinero que dedicamos a nuestra higiene y belleza nos supone un alto porcentaje de ingresos y tiempo propios. Nuestra apariencia física es el pasaporte, la carta de presentación que ofrecemos a los demás. Limpiamos y embellecemos nuestro cuerpo porque con la higiene nos sentimos más cómodos, más cómodas, con fuerzas suficientes para afrontar la lucha diaria y acercarnos a los demás. La limpieza, el buen olor corporal, la variedad en la indumentaria, nos impregnan de valor para presentarnos ante el mundo, y conseguir de él dos asuntos trascendentales: el modo de supervivencia o trabajo y el agrado de otros seres humanos muy cercanos a nosotros, como amigos, familiares o pareja.
Alimentación
El cuerpo humano se alimenta tres, cuatro, cinco veces al día, en ocasiones desgraciadamente, por hambruna o guerra, una sola. Ingerimos alimentos y los digerimos continuamente, en un proceso circular que no puede terminar. Trabajamos casi todos los días, salvo algunos afortunados (o desafortunados, según se considere el trabajo como condena o como cauce de nuestras habilidades) para alimentarnos y hacerlo de la manera más adecuada, esto es, variada, sana, conforme a nuestros recursos económicos y a la oferta que se nos presenta en los establecimientos del entorno.
Hemos creado imperios económicos con los productos alimenticios que precisamos y una industria maravillosa de tratamiento y presentación de los alimentos llamada gastronomía, pues el binomio que somos de mente y cuerpo anhela sabores gratos, colores vivos, olores agradables, naturales y texturas variadas en las comidas que realizamos.
Enfermedad
Las enfermedades de nuestro cuerpo constituyen tema clave en nuestra historia como especie animal que puebla la tierra desde hace unos pocos miles de años. Podemos morir en cualquier momento si dejamos que ellas se desarrollen. La ciencia las trata en la rama sanitaria y el progreso en prevención, diagnóstico y tratamiento de dolencias graves, en el último siglo, desborda todas las previsiones imaginables: vacunas contra epidemias y pandemias, cirugías extra corpóreas, prótesis para órganos mutilados o paralizados, tratamientos efectivos contra procesos degenerativos o inductores, y otras muchas conquistas al dolor físico y a la muerte prematura.
La lucha contra la enfermedad se basa en gran manera en la higiene personal y social, pues la desinfección y limpieza de locales y transportes públicos, de calles, colegios y centros comerciales se ha convertido en tarea diaria de ayuntamientos y centros de trabajo. También se basa en la investigación continua, en la asistencia médica pública o privada y en la dedicación laboral de toda la comunidad hospitalaria.
Hábitos
En nuestra simbiosis de mente y cuerpo funciona, perfectamente engrasado, el mecanismo de los hábitos saludables de higiene diaria, constante, y alimentación equilibrada, pues el exceso es aún más nocivo que el defecto de la misma. Por costumbre milenaria, la renovación constante de nuestras células se basa en una cadencia armónica de alimentación y cuidado de la salud.
Los hábitos, los horarios repetidos, han acompañado a nuestra historia como humanos desde siempre, y en esos hábitos personales y colectivos, que derivan en leyes y costumbres, nos basamos como referencias. Sin un orden establecido, nos desorientamos y revolvemos, por mucho que la atracción de libertad nos induzca muchas veces a la rebelión. Somos una colección individual de contradicciones y anhelos mentales, sobre las que incide la necesidad de comer, de vestirnos y defendernos de las enfermedades.
Accidentes
La existencia fluye por cursos de agua tempestuosos, suaves, a veces caudalosos. Los accidentes son inevitables. Ocurren por velocidad excesiva, por poca precaución o por demasiada ocupación. También suceden por movimientos convulsos de nuestro planeta, tan corrientes en el siglo. El sector sanitario se ocupa de los accidentados, que desbordan las urgencias clínicas y causan miles de bajas laborales. El temor a los accidentes de tráfico o a los domésticos genera una gran industria de barandillas, topes, normas de paso y desde luego seguros de vida o responsabilidad civil. La mente prevé y sabe que debe estar atenta siempre a la inesperada situación que perjudique nuestro cuerpo. O al menos, debe intuir cómo salir lo mejor posible de esta situación
Envejecimiento
Nuestro cuerpo crece, madura e inexorablemente, se va deteriorando. La conciencia del mismo se asume con alguna dificultad y se afronta con distintos grados de aceptación. Lo cierto es que es un triunfo llegar a la vejez, de hecho es un triunfo nacer y sobrevivir, pues la muerte nos acecha desde nuestro primer día de vida, así como las enfermedades, los accidentes y desde luego las guerras.
Nos empeñamos en vivir y seguir viviendo, cuando sabemos que la existencia es un río que corre hacia el mar, cuya agua jamás vuelve al punto de partida. Nadie se baña dos veces en la misma agua, dijo el griego Heráclito, y el envejecimiento es un proceso natural sin vuelta de hoja, que debemos aceptar como cualquier otra etapa de la vida, resaltando sus aspectos más positivos: experiencia y madurez, templanza y orden.
Drogas
Entre los malos hábitos para nuestra salud, se incluye el consumo de sustancias nocivas adictivas como el alcohol, la heroína, el fentanilo, o la cocaína, que estimulan, enganchan, desinhiben, afilan la percepción de las cosas y, por supuesto, deforman la realidad, lo que entorpece la vida cotidiana y aleja a las personas de sus objetivos profesionales, religiosos o familiares, así que no son nada convenientes,
Mente
Reflexión
Sobre nuestro cuerpo que descansa y trabaja con regularidad, se asienta nuestra mente, que mueve a la reflexión general de la causa y destino de nuestra especie, y a la más particular de planificar nuestro día a día familiar y laboral, nuestro ocio, nuestras inversiones y nuestros cuidados. La mente apenas descansa. No solo la reflexión nos ayuda a definir el futuro en líneas generales, sino que también recuerda el pasado y analiza situaciones ocurridas, sacando de ellas conclusiones válidas para el presente.
Voluntad
La decisión de seguir adelante o de parar en cualquier asunto es un admirable ejercicio de la mente llamado voluntad. Esta se impone, a veces, sobre la enfermedad, sobre el accidente, incluso sobre el envejecimiento, y desde luego sobre los sentimientos, saliendo triunfante. Es una cualidad fundamental de la mente para desafiar la suerte, la desgracia o la falta de inteligencia deslumbrante.
Inteligencia
Es esta una cualidad envidiada por todos los humanos, que se reparte también entre ciertos primates, grupo animal al que pertenecemos. La inteligencia alienta al éxito, a la perfección, al poder, a la verdad, todos ellos valores absolutos que el individuo anhela poseer. Con la inteligencia se diseña, por ejemplo, una invasión bélica certera, se realizan inventos tecnológicos de primera línea, se descubre a un asesino y se puede llegar a la dirección de la empresa.
Sentimientos
Egoísmo, pereza, altruísmo son sentimientos encontrados, que se mezclan en la mente de cada hombre y mujer y los hace distintos de los demás. A veces, muchas, la voluntad y la inteligencia se imponen sobre los mismos y en muy pocas ellos dominan nuestros actos, para bien o para mal. La contradicción latente, eterna, es que consideramos más efectiva la imposición de la inteligencia y la voluntad, pero la fuerza de los sentimientos, por el contrario, es íntima, clave, poco reconocida, y al mismo tiempo, muy común.
Placer
Un objetivo muy claro, una ansiada compensación de cada acto humano realizado es la obtención del placer, que puede ser físico o mental. Da placer comer, tener una relación sexual o amorosa, practicar deporte o ganar dinero, especialmente si se gana mucho y por sorpresa. Da placer el reconocimiento social, el éxito, la dominación, y desde luego la consecución de un objetivo muy anhelado. Es un aliciente vital de primer orden, que a veces anula las necesidades y limitaciones del cuerpo, así como la reflexión o el miedo.
Miedo
Debido a traumáticas experiencias vividas, propias y grupales, los humanos sentimos miedo a diferentes circunstancias: hablar en público, frecuentar espacios solitarios y oscuros, caminar entre multitudes, enfrentarse a cargos altos de la jerarquía laboral o militar, y en general inmiscuirse en situaciones violentas o agresivas. Tememos lo desconocido, lo desbordante, lo que nos puede agobiar y causar más trabajo y más dependencia. Es una reacción al peligro real, latente, ancestral de situaciones comprometidas de las que nuestros antecesores o nosostro mismos salieron y salimos mal parados. Consiste en una medida de prudencia que, llevada al extremo, destroza el trabajo realizado como personas y el que nos queda por construir.
Violencia
Respondemos con gritos y golpes, con insultos, incluso con armas, cuando alguien nos veja, nos acusa o nos agrede de alguna forma. El instinto animal lo llevamos a flor de piel. Nos defendemos de todo ataque, porque nuestra vida y la de nuestros íntimos es lo primero que valoramos. No se trata de un instinto malsano, pues no podemos ayudar a nadie si estamos enfermos, inválidos, o marginados. Se trata de una reacción instintiva que la mente debe encauzar para emplearla solo como legítima defensa de nuetra vida.
En este juego de cuerpo y mente, en esta ruleta de la fortuna, todos los números entran en juego. Las circunstancias cambian, definen, perfilan y no hay verdades absolutas, aunque la personalidad y genética de cada individuo marcan mucho sus actuaciones. Menospreciar el cuerpo, en especial cuando va llegando el envejecimiento, es un grave error, porque el cuerpo sostiene la mente y no hacerle caso significa el declive inmediato, el deterioro, la decrepitud, la antesala de la muerte.
Por otra parte, el culto al cuerpo excesivo puede anular nuestros sentimientos, nuestra voluntad e inteligencia.
Es preciso tener muy presente siempre que la vida fluye, que no se detiene, que seguirá adelante hasta el punto de no retorno en el que nuestro cuerpo se agotará, y también reconocer que:
a) las situaciones que imaginamos son mucho más fuertes cuando el cuerpo las ve, las siente, las huele, las toca,
b) percibir el miedo a través de sensaciones sensoriales corpóreas nos capacita de lleno para afrontar la valentía, su opuesto valor, como contraria es la decepción a la esperanza, y la amargura a la tristeza.
Una combinació de necesidades corporales y resoluciones mentales las encuentras en mi libro de relatos El sol de dieciembre q