Consumidores y productos: una fotografía analítica por sectores

En segunda mano también sobran pisos” de Revellín Blog está sujeto a una licencia CC BY-SA 2.0.

Precios y productos de la economía en general y del mercado de la vivienda en particular

Consumidores de productos generalistas

Los humanos somos seres racionales que necesitamos para sobrevivir una serie de ingredientes básicos, como alimento, cobijo, higiene, interacción con otros humanos, ocupación y ocio. A tal efecto, compramos y consumimos productos de escasa o gran elaboración desde el principio de los tiempos.

En esta temporada convulsa de enfermedad y aislamientos recurrentes generalizados, de valientes emprendimientos y a la vez proyectos empresariales abandonados, el ahorro familiar ha aumentado, como medida prudente y lógica, aunque también la desigualdad y la pobreza. En consecuencia, el consumo se ha restringido y modificado con respecto a los años anteriores a la pandemia, en los que teníamos más tiempo y oportunidades de gastar en ocio, vehículos, moda y celebraciones conjuntas, entre otras cosas.

Sectores en ascenso

Los sectores económicos que más han crecido en los últimos meses en España, según el INE, el Instituto nacional de estadística, son las reformas de la construcción, las bicicletas, las compras digitales, los muebles de cocina, los electrodomésticos, los dispositivos tecnológicos en el hogar, la óptica y el material deportivo. Es decir, estamos adecuando nuestras vidas y viviendas a la mayor comodidad que nos permiten nuestros bolsillos, porque pasamos más horas que nunca en casa, ya sea por teletrabajo, cuarentena, precaución o falta de dinero, pero también practicamos más deporte en cuanto disponemos de una hora libre, porque nuestro cuerpo pide movimiento y somos conscientes de la necesidad de hacer ejercicio y respirar aire libre diariamente.

Los precios de la energía eléctrica, del gas y del petróleo han subido, por su parte, de forma exponencial, lo que ha repercutido en la carestía del transporte y en un dato de inflación muy alarmante, como no se conocía desde hace treinta años. 

Tendencias

En otro orden de cosas, la economía se está terciarizando, esto es, centrándose en el sector de servicios, en detrimento de la industria y la agricultura, pues la movilidad de personas y mercancías o la compra online de cursos y productos financieros se intensifica cada día.

Además, la contaminación de nuestro planeta por los grandes incendios en los bosques, fruto de la roturación y la sequía, por los tintes del algodón y los pesticidas sigue su implacable curso, para desesperación de cualquiera, por mucho que se haya incrementado el reciclado industrial y la conciencia individual de reciclar aprovechando toda la basura y no desperdiciando comida.

Por añadidura, otra lacra importante que abunda en el aumento de temperatura de La Tierra es la especulación libertina en la extracción de minerales y la explotación abusiva de mano de obra en la industria textil sin control, que está creando países esclavos, como Camboya o Bangladés, con toda su población implicada, así como comarcas enteras de África o Latinoamérica.

Economía doméstica

Frente a todo esto, la economía doméstica sobrevive como un microcosmos que sostiene la macroeconomía y la política, tan volubles ellas, y que debe afrontar, con los ingresos de los miembros de la familia, los gastos de vivienda, de alimentación, de limpieza, ropa, hipoteca o alquiler, teléfono e Internet, seguros y ocio.

Los productos y servicios comprados siguen en el hogar un modelo de uso en distintas fases: consumo, reciclado y ahorro, donde el presupuesto se acomoda a las necesidades de los individuos que conforman la unidad familiar en un elevadísimo porcentaje de casos. Quienes no pueden adaptarse a la inflación por desempleo, enfermedad o desahucio, se ven obligados a salir del sistema y a depender de los servicios sociales para sobrevivir, los cuales tienen estrictas normas y restricciones gubernativas que no garantizan la universalidad de la asistencia continua.

La vivienda

Una de las compras fundamentales de esta economía doméstica es el gasto en vivienda, donde el pago de una hipoteca acompaña durante muchos años a ese presupuesto familiar.

Los precios de las casas se han incrementado en un 2,1% en el último trimestre de 2021 respecto del anterior. El mercado inmobiliario depende mucho de la zona geográfica, así puede haber diferencias de precio abismales entre unas ciudades y otras, y por supuesto también entre zonas rurales mínimas y ciudades populosas. De este modo, encontramos pueblos enteros que se venden en zonas de campos remotas, abandonados por sus habitantes, al mismo precio que un estudio en un barrio de las capitales más importantes del país, como Barcelona o Mallorca. Tampoco se asemejan los precios entre ciudades grandes o megalópolis, como Valencia o Madrid, donde el techo de la primera parece el suelo de la otra.

En otro orden de cosas, encontramos que en España existe muy poca vivienda social. Se precisan mejores condiciones de precios y compra para trabajadores, en una coordinación de las administraciones con las promotoras para ofrecer barrios equipados con servicios públicos básicos, como centros escolares de educación infantil, primaria y secundaria, establecimientos comerciales, centros de salud, bibliotecas, parques y líneas de autobús. En una palabra, se precisa diseñar barrios con orden y equipamiento antes de que se construyan. Se necesita urbanismo municipal, pero ésta es una disciplina pisoteada por la prisa y el ansia de obtener beneficios.

Otra característica de este mercado inmobiliario es que la demanda supera a la oferta en ciudades grandes y al contrario sucede en zonas costeras, donde el stock de apartamentos o chalés es enorme. Además, no todos los pisos vacíos salen a la venta, por problemas de aceptación de herencia u otros motivos legales, por especulación o desidia. 

Hay más compradores que vendedores y las casas en venta en seguida se adquieren, especialmente las de segunda mano que son las más disponibles, puesto que las de obra nueva suelen eternizarse en su terminación. Esto consigue un nivel creciente de precios de la vivienda, aunque de forma moderada. Ni siquiera una pandemia, donde muchos propietarios han muerto, ofrece caída del coste de los pisos.

El mercado del alquiler de vivienda, no así el de locales comerciales, es alternativa a la compra, y también tiende a subir, jamás a mantenerse o bajar, en especial en las grandes ciudades. Se va ampliando en relación con décadas pasadas, donde era muy minoritario, pues el arriendo es la fórmula más común para las generaciones más jóvenes y para emigrantes o personas con empleos muy cambiantes de marco geográfico, también divorciadas, desahuciadas, en paro o con clara pérdida de poder adquisitivo. 

Esa opción por el alquiler es clara muestra del cambio de paradigma en nuestro país, donde, como en el resto del mundo, las relaciones de pareja, los trabajos y el gusto por residir en lugares diferentes van variando a lo largo de la vida, alejándose de la antigua tradición de comprar casa y contraer matrimonio en la primera juventud.

En el año 2021 el precio de la vivienda nueva subió en un 2,8% y un 1,99% la de segunda mano. Las comunidades autónomas donde aumentaron especialmente los precios de compra en el tercer trimestre fueron La Rioja, Andalucía, Galicia, Cantabria, Baleares, Canarias, Cataluña, Melilla y Murcia. 

Según el portal Fotocasa, uno de los más importantes en el sector, se situó durante el último año en 1911 € por metro cuadrado de media, con lo poco natural que resulta esa media, puesto que el precio se duplica de una ciudad a otra y en ciertas zonas de una misma es infinitamente menor que en otros barrios, asunto este de la desigualdad en la misma urbe, que debiera preocuparnos más, por la dignidad de toda la población y también por la mayor eficiencia de los servicios públicos y privados.

La vivienda de segunda mano está subiendo de precio en Madrid y en el País Vasco y Cataluña, contrastando con Castilla La Mancha, donde el precio está por debajo de la media. Por poner un ejemplo, el precio de un piso resulta ser la mitad en Talavera de la Reina (Toledo) con relación al de Madrid. De hecho el municipio más barato de todo el país es Malagón, en Ciudad Real, donde el metro cuadrado se vende a 601 €.

No solo hay poca vivienda de protección oficial, sino que la pública de emergencia para los servicios sociales es casi nula y muy necesaria, sin embargo. Los albergues municipales para personas sin hogar, las casas de acogida para mujeres víctimas de violencia de género, las viviendas para menores extranjeros o de familias desestructuradas son insuficientes en circunstancias normales y absolutamente precarias en caso de catástrofe, como las del volcán de La Palma, derrumbamiento de edificios, inundaciones o terremotos, que se suceden con alguna regularidad.

En el mercado de la vivienda, como en el de los productos y servicios en general, los consumidores compramos o alquilamos influidos por nuestra edad y circunstancias, profesión, gustos, hábitos, situación económica, entorno, educación, moda, actitud general ante la vida, motivaciones familiares, laborales o de prestigio social, experiencia personal y expectativas, variables todas que se combinan de forma maravillosa en nuestro cerebro a la hora de elegir, por ejemplo, un abrigo o un coche, por lo que no es raro que tardemos cierto tiempo en decidirnos a comprar un habitáculo donde vivir, la adquisición más importante y voluminosa de nuestra vida.

Expectativas

En cuanto al futuro más próximo, seamos optimistas, aunque solo sea por darnos ánimos y respirar profundamente: el aumento del empleo, el diálogo social y los fondos europeos están llegando. Salgamos a recibirlos. Los compradores somos seres racionales y sabemos adquirir lo que más nos conviene.


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