“La Romana” de Alberto Moravia

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                        En   1947   Alberto   Moravia , novelista italiano de fama mundial, publica   esta   densa   novela ,  que   nos muestra  la   evolución   de   una   muchacha   en   Roma ,   desde   su   mísera infancia, hasta su plenitud como mujer relativamente acomodada, unos años más tarde. Las estrecheces de la posguerra en la vida ciudadana son descritas con pulcritud y con elegancia.

Siempre acompañada por su madre, y siempre viviendo en la misma casa,  intenta liberarse del yugo materno y del de la pobreza, pero sin formación y sin recursos, en un Italia donde cada cual subsiste como puede, decide  convertirse en prostituta, eso sí, independiente, tras un decepcionante noviazgo y una mala experiencia sexual.

De   esta manera consigue comer y vestirse, aunque el dinero que gana lo gasta en ropa que necesita lucir, y jamás dispone de un gran capital. La dependencia económica y afectiva que tiene de su madre es muy estrecha, pero al menos consigue con mucho esfuerzo que ésta mejore su alimentación, y no tenga que matarse cosiendo, que era la profesión de ambas hasta entonces.

Con el tiempo, la protagonista  tiene clientes de todas clases, y unos más asiduos que otros, algunos más diferenciados,  más problemáticos que los demás. Uno en concreto es poderoso, rico, viejo, y lo  ve con frecuencia al principio, pero muy poco después. Otro es delincuente y un tercero es extranjero, estudiante, muy joven, muy soñador, convertido finalmente en político.

La romana, cuyo único y primer objetivo de juventud, fue casarse y formar una familia, que era la común y general aspiración de cualquier mujer en la posguerra  europea, y ha sido la constante histórica y universal, renuncia a su sueño clásico y se convierte en meretriz, pero no provoca el escándalo con su estilo de vida, no se vuelve ostentosa o caprichosa, no cambia esencialmente de carácter o de costumbres, es más, imprime a su oficio un halo de  familiaridad, de  saber estar, de elegancia. No se arregla exageradamente, no está mal considerada en el plano social, no busca obsesionada ni  desesperada la riqueza en ningún momento, como podría. Su novio, quien tan sólo pasaba el rato con ella y su madre, siempre tan arisca y exigente, consiguen con su actitud que renuncie a conseguir algún día un matrimonio por amor donde tener hijos y casa que cuidar, y como además quiere vivir sin estrecheces, tras las muchas que ha cosechado en su  infancia y adolescencia, se vuelca en conseguir a diario distintos lucrativos encuentros con hombres, más que en permanecer cosiendo como su madre horas y horas al día para comer un plato caliente.

En realidad se acostumbra a su vida de prostituta, donde por las mañanas y por las noches puede pasear, ir a una pastelería, y a cualquier hora seleccionar a sus clientes y amistades. Aparentemente, no se diferencia demasiado de de sus vecinas casadas  o madres. Las mujeres no tienen  muchas perspectivas, y menos las mujeres pobres analfabetas, sin propiedades, sin rentas, sin un hombre del que depender. Ella posee un don natural para compadecerse de todo el mundo y es demasiado ingenua para aprovecharse de nadie, a pesar de que en  su entorno son muchos los  que lo hacen  .Quiere mantener sus clientes más frecuentes como relaciones estancas, que nada tienen que ver con otros clientes. No desea hacer ostentación, ni vivir con lujos, a los que por otra parte no hay posibilidad de acceder, ni quiere  que exista  la relacionen con unos u otros hombres. Ni que ellos se conozcan. La protagonista los separa a todos y cada uno. Tiene un tiempo  y una dedicación para cada cual

Por una parte su novio, mientras lo es, cuya profesión es la de conductor en una casa rica, posee mínimos recursos, en realidad es casi un criado en una mansión de solera, y ella lo mantiene al margen de cualquier otro conocido. En segundo lugar, otro hombre, un juez acaudalado, funcionario de doble vida, que mantiene  una extraña relación con ella y que la quiere. Finalmente, el joven estudiante extranjero, a quien ella ama, que se rebela rico, aunque no lo parecía. 

Ella trata de seguir con su vida, saliendo a comprar y pasear con tranquilidad. Pero  la novela evoluciona con la actuación  de los personajes masculinos, que son varios y tienen  vidas propias, distintas, complicadas, residiendo en la misma ciudad. En un momento dado, los acontecimientos se precipitan y los hombres a quienes frecuenta la protagonista se implican y se conocen. La protagonista lucha por ellos, por ayudarlos. No quiere mezclarlos, para manejarlos ella sola, como siempre. Teme la verdad, que su interactuación proporcione un giro inesperado a sus vidas, algo diferente en el trajín cotidiano de la urbe.

La resignación impregna toda la obra, como impregnaba el sentir de las mujeres de mediados  del siglo veinte. No es fácil ni posible cambiar de profesión, ni empezar de cero. Sólo hay una cierta concesión a la ilusión. O a la desgracia. Moravia la describe con sutileza, descendiendo a los detalles, haciendo desfilar distintos modelos de personajes masculinos alrededor del femenino, que es central y magistral



Editorial:Colección Biblioteca de Plata
Número de páginas:.460
Tipo de novela:Novela social
ISBN: 9788497935517
Año de publicación:1947
Traductor :Francisco Ayala

Autor:Alberto Moravia ( Roma, Italia, 1907-1990)

Resumen de la biografía del autor:
Enfermo durante su infancia, se convirtió en gran lector.Le interesó la política y el periodismo, decantándose por los humildes.Criticó a la sociedad burguesa.Vivió numerosos conflictos del siglo XX


Otras obras del autor:
«Los indiferentes» de 1929
«La mascarada» de 1941
«El desprecio»de 1963



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